El día 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. En este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad, con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
Este año en nuestro cole hemos querido dedicar este día a todas nuestras MAMÁS, bajo el lema "MI MAMÁ MUY TRABAJADORA".
L@s infantiles han visualizado y escuchado el cuento "Nosotras creamos el mundo" y posteriormente han dibujado a sus mamás trabajando bien dentro o fuera de casa.
En cambio, los alumnos y alumnas de primaria, además de visualizar el cuento han leído individualmente "Carta de una madre" de C. de Santos y han tenido que redactar un texto explicando en qué consiste el trabajo de cada una de sus mamás y si están contentas con él.
OS DEJO PARA QUE LEÁIS "CARTA DE UNA MADRE"...OS LA RECOMIENDO...
OS DEJO PARA QUE LEÁIS "CARTA DE UNA MADRE"...OS LA RECOMIENDO...
CARTA DE UNA MADRE
Queridos todos:
Me voy. Volveré
cuando sepáis dónde están guardadas las bolas de naftalina, cuando nuestra casa
ya no tenga secretos para ninguno de vosotros, cuando seáis capaces de
descifrar los códigos de los botones de la lavadora, cuando logréis reprimir el
impulso de llamarme a gritos si se acaba la pasta de dientes o el papel
higiénico. Volveré cuando estéis dispuestos a llevar conmigo la corona de reina
de la casa. Cuando no me necesitéis más que para compartir.
Ya sé que me echaréis de menos, estoy segura. También yo a vosotros, pero sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que vuestro cariño me produce... Sólo podré estar segura de que verdaderamente me queréis cuando no tengáis necesidad de mí para comer o para vestiros o para lavaros o para encontrar las tijeras. Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy harta, me he cansado de tan gran responsabilidad y he caído en la cuenta de que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcaros más que una mentalidad de súbditos. Y yo os quiero libres y moderadamente suficientes y autónomos.
Ya sé que me echaréis de menos, estoy segura. También yo a vosotros, pero sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que vuestro cariño me produce... Sólo podré estar segura de que verdaderamente me queréis cuando no tengáis necesidad de mí para comer o para vestiros o para lavaros o para encontrar las tijeras. Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy harta, me he cansado de tan gran responsabilidad y he caído en la cuenta de que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcaros más que una mentalidad de súbditos. Y yo os quiero libres y moderadamente suficientes y autónomos.
Ya sé que vuestro comportamiento conmigo no es más que un dejarse
llevar por mi rutina; también por eso quiero poner tierra por medio. Si me
quedo, seguiré poniéndoos todo al alcance de la mano, jugando mi papel de
omnipresente para que me queráis más.
Sí, para que me queráis más. Me he dado cuanta de que todo lo que
hago es para que me queráis más, y eso me parece tan peligroso para vosotros
como para mí. Es una trampa para todos.
Palabra de honor que no me voy por cansancio, aunque sea una lata
dormirse todas las noches pensando en la comida del día siguiente y hacer la
compra a salto de mata cuando vienes del trabajo y, a la larga, pesa mucho la
manía de ver siempre un velo de polvo en los muebles cuando me siento un rato
en el sofá, y la perenne atracción hacia la bayeta y la cera. Pero no es sólo
por eso. No. Tampoco me voy porque esté harta de poner la lavadora mientras me
desabrocho el abrigo ni porque quiera estar más libre para hacer carrera en mi
trabajo. No. Hace ya mucho tiempo que tuve que elegir una perpetua interinidad
en mi profesión porque no podía compatibilizar una mayor dedicación mental al
trabajo profesional con la lista de la compra. Me voy para enseñaros a
compartir, pero sobre todo me voy para ver si aprendo a delegar.
Porque si lo consigo, no volveré nunca más a sentirme culpable
cuando no saquéis notas brillantes o cuando se quemen las lentejas o cuando
alguno no tenga camisa planchada que ponerse.
La culpa de que sea imprescindible en casa es sólo mía, así que
desapareciendo yo por unos días, os daréis cuenta vosotros de que la monarquía
doméstica es fácilmente derrocable y quizá yo pueda aprender la humildad
necesaria para ser, cuando vuelva, una más entre la plebe.
Cuando encontréis la naftalina no dejéis de avisarme. Seguro que
para entonces yo también habré aprendido a no ser tan excesivamente buena.
Puede ser que ese día no nos queramos más, pero seguro que nos querremos mejor.